martes, 15 de abril de 2014

Víctor Moguel: La sucia historia del junior que ahora dirige al POCH


• Acusado de presunto proxeneta de Sabines, sigue gozando la impunidad que le da operar a un partido mediocre 

 

• Relato de cómo rescató a golpes de la cárcel municipal de Tapachula a uno de sus compañeros de parranda


• Casi 400 mil pesos al mes recibe el POCH que el malvado Moguel Sánchez usa para borracheras, ropa cara y comida exótica


        Carlos Urze/Areópago.

     El Partido  Orgullo  de  Chiapas (POCH)  y su dirigente Víctor Moguel Sánchez es un caso asombroso que exige el arbitraje  sin titubeos  de las autoridades competentes. Se trata de un asunto de impunidad y de rapiña que  no  deja muy bien parado al Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana y, por otro lado, compromete la aplicación de la justicia para demostrar que, en efecto, en el Chiapas  actual no hay intocables.
     Dos cuestiones  hacen ruido entre los chiapanecos. La primera es  la asignación de recursos por un  monto de 389 mil 205 pesos al mes al Partido Orgullo de Chiapas que su bribón  dirigente  usa de manera discrecional, según se ha dicho para sus fines personales que están ligados a las borracheras, a la buena ropa, a la comida exótica y a los viajes. No rinde cuentas a nadie, de tal suerte que ese partido es un botín.
    Otra es la impunidad. Atado a la banda que saqueó las arcas públicas del estado en el sexenio 2006-2012 y que nos dejó una deuda de 40 mil millones de pesos, Moguel Sánchez ha cometido graves excesos sin que hasta ahora haya sido llamado a cuentas. No ha pisado ni siquiera una Agencia del Ministerio Público y la última vez que llegó a una comandancia de policía fue para rescatar, a golpes, a uno de sus compinches que había sido detenido en Tapachula.
Parido en el gobierno de Sabines, el POCH es otra herencia maldita de ese régimen que a los ciudadanos nos cuesta 4 millones 200 mil pesos al año. Esos dineros, que bien pueden sumarse para la inversión en carreteras, escuelas o centros médicos pues este gobierno está decidido a dar un combate frontal a la pobreza con acciones contundentes, son usados para satisfacer los caprichos y las francachelas de un sujeto que indudablemente tiene tatuada la lealtad al sabinato.
     El POCH es un partido de familia cuyos hilos conductores son ahora controlados desde  la Torre Acqua, en el exclusivo Century Resorts Acapulco, frente al Centro Internacional de Convenciones de Acapulco. En una sesión a puerta cerrada, tramposa, amañada y corrupta, Moguel Sánchez llegó a la cúspide del POCH el 10 de julio del año pasado luego del escándalo que arrastró a las cabezas más visibles del gobierno de Sabines. La señora Isabel Aguilera, que era la dirigente, hubo de retirarse precisamente por la indignación de los chiapanecos y el alfil confiable, el que estaba a mano, era pues Víctor Moguel Sánchez.
     Ahijado del ex gobernador –los Sabines le dicen hijo en la intimidad por el profundo aprecio que le tienen-, el junior Moguel Sánchez explotó muy bien la estrecha relación con la familia en el poder. Eso le permitió no sólo ocupar cargos de primer nivel (fue por casi más de medio sexenio secretario particular de Andrea Hernández Fitzner, entonces titular de la Secretaría de la Frontera Sur con sede en Tapachula), sino también un catálogo de abusos que se enmarcaron en la característica de ese  mandato.
     En Tapachula se dice que Moguel Sánchez hacía toda clase de servilismo a Sabines. Hubo rumores que lo  mismo podía desempeñar labores de proxeneta del ex gobernador (era el que buscaba las chicas para animar las fiestas cuando Sabines hacía giras en Tapachula, según los bisbiseos) que enredarse en infames alborotos en los antros derivados de su presunta  marcada afición  al whisky buchanans 18. Claro, porque todo salía del erario público por eso Chiapas lo entregaron en la ruina al nuevo gobierno.
     Nieto de Carlos Moguel Sarmiento quien fue secretario privado de Juan Sabines Gutiérrez (1979-1982), Moguel Sánchez forma parte sin duda de una cofradía detestada por los chiapanecos en razón a los agravios que cometieron. Yassir Vázquez Hernández, tránsfuga de la justicia; los hermanos Alejandro y Antonio Gamboa López, Mauricio Perkins Cardoso, sin faltar por supuesto el ex poderoso subsecretario de gobierno Nemesio Ponce Sanchez,  junto a Víctor Moguel Sánchez  hoy todavía gozan de libertad porque la justicia a veces tarda pero siempre llega, nunca pasa de largo.

LA MUJER GOLPEADA
     El colmo que derramó la furia de la sociedad fue la brutal agresión que sufrió María del Carmen Escobar, una mujer policía con cuatro meses de embarazo integrante de la policía municipal de Tapachula. Ella conoció la rabia del político de poca monta que, todavía envalentonado por los lazos que lo unen a los Sabines, no entiende que en Chiapas son otros los tiempos y otros los que gobiernan.
     No está comprobado, pero se señala que posiblemente bajo los efectos del alcohol, Víctor Moguel Sánchez tomó por asalto a la policía municipal de Tapachula el viernes 28 de febrero, alrededor de las 9:30 de la mañana, para liberar a punta de golpes y mentadas de madre a un tipo de  nombre Rodrigo Peña Anza, amigo y compañero de merluzas del también regidor del Cabildo de Tapachula por obra y gracia de los Sabines.
     El violento affaire se inició cuando uno de los tráileres propiedad de Peña Anza fue infraccionado por ejecutar labores de carga y descarga  sin el permiso correspondiente además de obstruir la circulación.  Al  lugar  (19ª. Calle Oriente entre 19ª y 21ª Avenida Norte) llegó Anza y trató de evitar la multa. Manoteó e insultó a los oficiales de tránsito pero éstos no se intimidaron. Cuando los agentes se dirigían a la base de operaciones de la policía fueron perseguidos por Peña Anza en una camioneta marca Toyota con placas de circulación PDS-36-93.
     En la comandancia policial Peña Anza les aplicó el clásico dicho de los influyentes de no saben con quién se meten. Los suyos eran gritos furibundos, ensordecedores, que obligaron a los policías a arrestarlo. Tras las rejas Peña Anza les dijo que era amigo de El Chapo (no se sabe qué Chapo) y que pronto llegarían por él para sacarlo de ahí.
     Y en efecto a los pocos minutos llegaron no gentes de El Chapo como temían los gendarmes, sino el Regidor Víctor Moguel Sánchez y  una turba de vándalos. La policía María  del  Carmen  Escobar custodiaba celosamente la celda en donde se hallaba confinado el peligroso detenido. No pudo cumplir más con su deber porque el regidor, endiablado, con espuma en la boca y los ojos vidriosos de cólera, lanzando majaderías se abalanzó contra la policía y la tundió a golpes. Luego le quitó las llaves de la celda y liberó a su amigo el energúmeno.
     De la golpiza la mujer tuvo un sangrado. Paramédicos de Protección Civil la auxiliaron y la trasladaron a un sanatorio privado en donde por varias semanas luchó por su vida y la de su hijo. Pese a la denuncia presentada ante las autoridades ministeriales por José Luis Martín Chaleco, cónyuge de la agredida, el Regidor Víctor Moguel Sánchez sigue haciendo de las suyas en Tapachula.
Lo más ridículo e insultante es que, pocos días después, Moguel Sánchez festejó el Día Internacional de la Mujer en donde declaró que era devoto de la equidad de género y ofrecía su absoluto respeto a las mujeres. El Consejo Nacional de la mujer y el Instituto Nacional de las mujeres del Gobierno Federal publicaron un extrañamiento por la actitud del servidor público y anunciaron dar seguimiento, solo que nada ha pasado.

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