• Los ideales de Luis Donaldo Colosio Murrieta, solo quedaron en eso, en el discurso porque persiste la perversión, la demagogia, la corrupción, el engaño y la simulación. Nada ha cambiado en el nuevo PRI del siglo XXI…
Ruperto Portela Alvarado/Areópago
Compañeras y compañeros de partido; Compatriotas:
“Aquí está el PRI con su fuerza. Aquí está
el PRI con sus organizaciones; está con su militancia, está con la
sensibilidad de sus mujeres y de sus hombres. Aquí está el PRI con su
recia vocación política. Aquí está el PRI para alentar la participación
ciudadana.
Aquí está el PRI para mantener la paz y la
estabilidad del país, para preservar la unidad entre los mexicanos. Aquí
está el PRI en pie de lucha. Aquí está el PRI celebrando un año más de
intensa actividad política.
Aquí está el PRI que reconoce los logros,
pero también el que sabe de las insuficiencias, el que sabe de los
problemas pendientes. Aquí está el PRI que reconoce que la modernización
económica sólo cobra verdadero sentido, cuando se traduce en mayor
bienestar para las familias mexicanas y que para que sea perdurable debe
acompañarse con el fortalecimiento de nuestra democracia. Esta es la
exigencia que enfrentamos y a ella responderemos con firmeza”.
No, no es el discurso del Presidente
Enrique Peña Nieto ni tampoco del dirigente nacional del PRI, César
Camacho Quiroz en el festejo del 85 aniversario del Partido
Revolucionario Institucional del 4 de marzo de 2014. Es el discurso que
pronunció el 6 de marzo de 1994, hace 20 años, el entonces candidato a
la Presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio Murrieta, que para
muchos fue la sentencia de su muerte, de su vil y cobarde sacrificio que
todavía se especula que fue un asesinato de estado donde el principal
implicado fue Carlos Salinas de Gortari.
Donaldo Colosio fue claro y vislumbraba lo
que pasaría 6 años después de este discurso que probablemente provocara
su asesinato el 23 de marzo de 1994. Así se expresó ese 6 de marzo en el
Monumento a la Revolución con respecto a su visión del partido entonces
hegemónico:
“Quedó atrás la etapa en que la lucha
política se daba, esencialmente, hacia el interior de nuestra
organización y no con otros partidos. Ya pasaron esos tiempos. Hoy
vivimos en la competencia y a la competencia tenemos que acudir; para
hacerlo se dejan atrás viejas prácticas: las de un PRI que sólo
dialogaba consigo mismo y con el gobierno, las de un partido que no
tenía que realizar grandes esfuerzos para ganar.
Como un partido en competencia, el PRI hoy
no tiene triunfos asegurados, tiene que luchar por ellos y tiene
que asumir que en la democracia sólo la victoria nos dará la estatura a
nuestra presencia política. Cuando el gobierno ha pretendido concentrar
la iniciativa política ha debilitado al PRI. Por eso hoy, ante la
contienda política, ante la contienda electoral, el PRI, del gobierno,
sólo demanda imparcialidad y firmeza en la aplicación de la ley. ¡No
queremos ni concesiones al margen de los votos ni votos al margen de la
ley!
No pretendamos sustituir las
responsabilidades del gobierno, pero tampoco pretendamos que el
gobierno desempeñe las funciones que sólo a nosotros, como partido, nos
corresponde desempeñar”.
Es hoy este, todavía un mensaje para el PRI
de Peña Nieto que recuperó el poder y que no puede seguir hablando
consigo mismo ni imponiendo razones que en la mayoría de veces no tiene.
Pero el punto medular del discurso del 6 de marzo de 1994, el de hace
20 años y que todavía tiene vigencia, es este:
¡Cambiemos, sí! ¡Cambiemos! ¡Pero hagámoslo
con responsabilidad, consolidando los avances reales que se han
alcanzado, y por supuesto, manteniendo lo propio: nuestros valores y
nuestra cultura!
¡México no quiere aventuras políticas!
¡México no quiere saltos al vacío! ¡México no quiere retrocesos a
esquemas que ya estuvieron en el poder y probaron ser ineficaces!
¡México quiere democracia pero rechaza su perversión: la demagogia!
Esa parte y otras más, parecieran que
fueron dirigidas al entonces Presidente Carlos Salinas de Gortari quien
se desempeñó no solo “en la perversión y la demagogia, sino también en
la corrupción y el engaño, pues decía el mal logrado candidato
presidencial priista Luis Donaldo Colosio Murrieta:
“Yo veo un México con hambre y con sed de
justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las
distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De
mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la
arrogancia de las oficinas gubernamentales. Veo a ciudadanos angustiados
por la falta de seguridad, ciudadanos que merecen mejores servicios y
gobiernos que les cumplan. Ciudadanos que aún no tienen fincada en el
futuro la derrota; son ciudadanos que tienen esperanza y que están
dispuestos a sumar su esfuerzo para alcanzar el progreso.
Yo veo un México convencido de que ésta es
la hora de las respuestas; un México que exige soluciones. Los problemas
que enfrentamos los podemos superar. Yo me propongo encabezar un
gobierno para responderle a todos los mexicanos. El cambio con rumbo y
con responsabilidad no puede esperar”.
VOLTEÓ A CHIAPAS…
En ese discurso, COLOSIO volteó a Chiapas
donde apenas el 1 de enero de ese año del discurso y su muerte el
Ejército Zapatista se había levantado en armas por la situación de
rezago, pobreza y abandono en que lo mantuvo el gobierno federal y en
especial el de Carlos Salinas de Gortari que, dicho de paso, sigue
estando igual o en peores condiciones. Esto dijo esa vez:
“Manifiesto mi más profundo compromiso con
Chiapas. Por eso debemos escuchar todas las voces, no debemos admitir
que nadie monopolice el sentimiento de los chiapanecos. Expreso mi
solidaridad a todos aquellos chiapanecos que aún no han dicho su
verdad, a todos aquellos que tienen una voz que transmitir y a todos
aquellos que tienen una palabra que expresar.
Debemos de asumir y debemos de decidir.
Debemos de decidir si nos asumimos plenamente como una sociedad plural o
si concesionamos sólo a algunos la interlocución de nuestros intereses.
Chiapas es un llamado a la conciencia de todos los mexicanos. Pero
nuestra propuesta de cambio, no se limita a responderle solamente a
Chiapas. Le queremos responder a todos los mexicanos, a los de todos los
pueblos, a los de todos los barrios, a los de todas las comunidades”.
El discurso fue largo y sustancioso. Es una
joya que quedó para la posteridad que cada año se recordará porque los
ideales de Luis Donaldo Colosio Murrieta, solo quedaron en eso, en el
discurso porque persiste la perversión, la demagogia, la corrupción, el
engaño y la simulación. Nada ha cambiado en el nuevo PRI del siglo XXI.
Colosio es solo un referente de democracia y el ícono para celebrar el
23 de marzo su muerte…
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