viernes, 6 de septiembre de 2013

TRECE SUR



LOS MAESTROS Y EL ESTADO DE DERECHO


        En estos tiempos de globalización mucho se habla del Estado de Derecho. Es un tema de moda no sólo en los discursos políticos, sino también en el discurso ciudadano cuando se invocan derechos fundamentales consagrados en nuestras Leyes. Nos afianzamos a él porque todos, sin excepción, queremos vivir en un país mejor, construir una sociedad más equitativa e igualitaria.
        Pero ¿qué es efectivamente el Estado de Derecho?  El Estado de Derecho, según los estudiosos, es aquel en donde instituciones y ciudadanos se rigen por los límites que marcan las leyes y en él hay encuadrados conceptos básicos. Por ejemplo: Que el Derecho sea el principal instrumento de gobierno; Que la ley sea capaz de guiar la conducta humana; Que los poderes la interpreten y apliquen congruentemente.
        A propósito de la  jornada de movilizaciones que lleva a cabo el Bloque Democrático inscrito a la Sección 7 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, el Estado de Derecho se vuelve un asunto de claroscuros que nos lleva a preguntar ¿Quiénes y porqué están alterando el Estado de Derecho?        
       En una sociedad democrática –y la nuestra lo es-, el Estado de Derecho da prerrogativas a los maestros de la Sección 7 del SNTE a manifestarse libremente. La libre exposición de las ideas, las protestas, son derechos que están consagrados en nuestras leyes. Nadie les ha vulnerado esa libertad. Sin embargo, también deben entender que hay otros derechos que ellos, los maestros, no están respetando.
        La médula de la protesta magisterial de un sector de maestros –son alrededor de tres mil que protestan, todos miembros del ala radical del Bloque Democrático- es la Reforma Educativa en un país que registra al menos 13 millones de analfabetas y con muy pobres estándares educativos con respeto a otros países de América Latina.
       De la parte que protesta no se ha escuchado hasta ahora un razonamiento amplio, congruente, documentado, responsable, explícito, palmario, sobre su oposición a la Reforma Educativa que está orientada a combatir la deserción escolar, los vicios en el escalafón y, en síntesis, mejorar la educación de los mexicanos respetando las conquistas magisteriales. 
        Sólo hemos escuchado discursos ramplones, ligeros, frívolos, calados a ideas revolucionarias, pero no una explanación convincente. Mientras, la libertad que los maestros defienden –y que no se les ha coartado, se insiste- se ha convertido en libertinaje.
        Nadie quiere por supuesto la regresión del autoritarismo. La fuerza es el último camino que queda. Pero el Estado está obligado a garantizar el Estado de Derecho en favor de los ciudadanos que, como se ve, son ultrajados por un tropel de intransigentes que van por el todo o nada.
         Es maniquea la visión del magisterio democrático con respecto al Estado de Derecho que dicen salvaguardar, ya que, en esa defensa, violentan la legalidad y el derecho de la gente de vivir y trabajar en paz.
 


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