• Acusado de presunto proxeneta de Sabines, sigue gozando la impunidad que le da operar a un partido mediocre
• Relato de cómo rescató a golpes de la cárcel municipal de Tapachula a uno de sus compañeros de parranda
• Casi 400 mil pesos al mes recibe el POCH que el malvado Moguel Sánchez usa para borracheras, ropa cara y comida exótica
Carlos Urze/Areópago.
El Partido Orgullo de Chiapas (POCH) y su dirigente Víctor Moguel
Sánchez es un caso asombroso que exige el arbitraje sin titubeos de
las autoridades competentes. Se trata de un asunto de impunidad y de
rapiña que no deja muy bien parado al Instituto de Elecciones y
Participación Ciudadana y, por otro lado, compromete la aplicación de la
justicia para demostrar que, en efecto, en el Chiapas actual no hay
intocables.
Dos cuestiones hacen ruido entre los chiapanecos. La primera es la
asignación de recursos por un monto de 389 mil 205 pesos al mes al
Partido Orgullo de Chiapas que su bribón dirigente usa
de manera discrecional, según se ha dicho para sus fines personales que
están ligados a las borracheras, a la buena ropa, a la comida exótica y a
los viajes. No rinde cuentas a nadie, de tal suerte que ese partido es
un botín.
Otra es la impunidad. Atado a la banda que saqueó las arcas públicas
del estado en el sexenio 2006-2012 y que nos dejó una deuda de 40 mil
millones de pesos, Moguel Sánchez ha cometido graves excesos sin que
hasta ahora haya sido llamado a cuentas. No ha pisado ni siquiera una
Agencia del Ministerio Público y la última vez que llegó a una
comandancia de policía fue para rescatar, a golpes, a uno de sus
compinches que había sido detenido en Tapachula.
Parido en el gobierno de Sabines, el POCH es otra herencia maldita de
ese régimen que a los ciudadanos nos cuesta 4 millones 200 mil pesos al
año. Esos dineros, que bien pueden sumarse para la inversión en
carreteras, escuelas o centros médicos pues este gobierno está decidido a
dar un combate frontal a la pobreza con acciones contundentes, son
usados para satisfacer los caprichos y las francachelas de un sujeto que
indudablemente tiene tatuada la lealtad al sabinato.
El POCH es un partido de familia cuyos hilos conductores son ahora controlados desde la Torre Acqua,
en el exclusivo Century Resorts Acapulco, frente al Centro
Internacional de Convenciones de Acapulco. En una sesión a puerta
cerrada, tramposa, amañada y corrupta, Moguel Sánchez llegó a la cúspide
del POCH el 10 de julio del año pasado luego del escándalo que arrastró
a las cabezas más visibles del gobierno de Sabines. La señora Isabel
Aguilera, que era la dirigente, hubo de retirarse precisamente por la
indignación de los chiapanecos y el alfil confiable, el que estaba a
mano, era pues Víctor Moguel Sánchez.
Ahijado del ex gobernador –los Sabines le dicen hijo en la intimidad
por el profundo aprecio que le tienen-, el junior Moguel Sánchez explotó
muy bien la estrecha relación con la familia en el poder. Eso le
permitió no sólo ocupar cargos de primer nivel (fue por casi más de
medio sexenio secretario particular de Andrea Hernández Fitzner,
entonces titular de la Secretaría de la Frontera Sur con sede en
Tapachula), sino también un catálogo de abusos que se enmarcaron en la
característica de ese mandato.
En Tapachula se dice que Moguel Sánchez hacía toda clase de
servilismo a Sabines. Hubo rumores que lo mismo podía desempeñar
labores de proxeneta del ex gobernador (era el que buscaba las chicas
para animar las fiestas cuando Sabines hacía giras en Tapachula, según
los bisbiseos) que enredarse en infames alborotos en los antros
derivados de su presunta marcada afición al whisky buchanans 18.
Claro, porque todo salía del erario público por eso Chiapas lo
entregaron en la ruina al nuevo gobierno.
Nieto de Carlos Moguel Sarmiento quien fue secretario privado de Juan
Sabines Gutiérrez (1979-1982), Moguel Sánchez forma parte sin duda de
una cofradía detestada por los chiapanecos en razón a los agravios que
cometieron. Yassir Vázquez Hernández, tránsfuga de la justicia; los
hermanos Alejandro y Antonio Gamboa López, Mauricio Perkins Cardoso, sin
faltar por supuesto el ex poderoso subsecretario de gobierno Nemesio
Ponce Sanchez, junto a Víctor Moguel Sánchez hoy todavía gozan de
libertad porque la justicia a veces tarda pero siempre llega, nunca pasa
de largo.
LA MUJER GOLPEADA
El colmo que derramó la furia de la sociedad fue la brutal agresión
que sufrió María del Carmen Escobar, una mujer policía con cuatro meses
de embarazo integrante de la policía municipal de Tapachula. Ella
conoció la rabia del político de poca monta que, todavía envalentonado
por los lazos que lo unen a los Sabines, no entiende que en Chiapas son
otros los tiempos y otros los que gobiernan.
No está comprobado, pero se señala que posiblemente bajo los efectos
del alcohol, Víctor Moguel Sánchez tomó por asalto a la policía
municipal de Tapachula el viernes 28 de febrero, alrededor de las 9:30
de la mañana, para liberar a punta de golpes y mentadas de madre a un
tipo de nombre Rodrigo Peña Anza, amigo y compañero de merluzas del
también regidor del Cabildo de Tapachula por obra y gracia de los
Sabines.
El violento affaire se inició cuando uno de los tráileres propiedad
de Peña Anza fue infraccionado por ejecutar labores de carga y descarga
sin el permiso correspondiente además de obstruir la circulación. Al
lugar (19ª. Calle Oriente entre 19ª y 21ª Avenida Norte) llegó Anza y
trató de evitar la multa. Manoteó e insultó a los oficiales de tránsito
pero éstos no se intimidaron. Cuando los agentes se dirigían a la base
de operaciones de la policía fueron perseguidos por Peña Anza en una
camioneta marca Toyota con placas de circulación PDS-36-93.
En la comandancia policial Peña Anza les aplicó el clásico dicho de
los influyentes de no saben con quién se meten. Los suyos eran gritos
furibundos, ensordecedores, que obligaron a los policías a arrestarlo.
Tras las rejas Peña Anza les dijo que era amigo de El Chapo (no se sabe qué Chapo) y que pronto llegarían por él para sacarlo de ahí.
Y en efecto a los pocos minutos llegaron no gentes de El Chapo como
temían los gendarmes, sino el Regidor Víctor Moguel Sánchez y una turba
de vándalos. La policía María del Carmen Escobar custodiaba
celosamente la celda en donde se hallaba confinado el peligroso
detenido. No pudo cumplir más con su deber porque el regidor,
endiablado, con espuma en la boca y los ojos vidriosos de cólera,
lanzando majaderías se abalanzó contra la policía y la tundió a golpes.
Luego le quitó las llaves de la celda y liberó a su amigo el energúmeno.
De la golpiza la mujer tuvo un sangrado. Paramédicos de Protección
Civil la auxiliaron y la trasladaron a un sanatorio privado en donde por
varias semanas luchó por su vida y la de su hijo. Pese a la denuncia
presentada ante las autoridades ministeriales por José Luis Martín
Chaleco, cónyuge de la agredida, el Regidor Víctor Moguel Sánchez sigue
haciendo de las suyas en Tapachula.
Lo más ridículo e insultante es que, pocos días después, Moguel Sánchez festejó el
Día Internacional de la Mujer en donde declaró que era devoto de la
equidad de género y ofrecía su absoluto respeto a las mujeres. El
Consejo Nacional de la mujer y el Instituto Nacional de las mujeres del
Gobierno Federal publicaron un extrañamiento por la actitud del servidor
público y anunciaron dar seguimiento, solo que nada ha pasado.
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