- Historia de una banda de ladrones que se enriquecieron de la desgracia humana y que hoy disfrutan sus fortunas con abierta desvergüenza
- Las ciudades rurales que tanto festejó Sabines y que costaron miles de millones de pesos, hoy son pueblos fantasmas
- A nueve años de la tragedia de Stan, se desconoce a dónde fue a parar el millón de dólares que donó el actor Mel Gibson; y Salazar tan campante…
Rafael Díaz/Areópago.
El lunes 7 de julio de 2014 el estado de
Chiapas experimenta un sismo de 6.9 grados en la escala de Richter que
causa en 30 municipios de las regiones del Soconusco, Sierra e
Istmo-Costa un gran número de pérdidas materiales (casi tres mil casas
derrumbadas, 46 planteles escolares deteriorados, edificios de gobierno
con daños parciales y 7 tramos carreteros gravemente perjudicados) y
cuatro personas fallecidas en Huixtla, Cacahoatán y Mapastepec. Al día
siguiente, el Sistema Sismológico Nacional reporta 70 réplicas y para el
miércoles a las 08:00 de la mañana informa que van cuantificadas 121
repeticiones del sismo pero de menor magnitud.
Ante el desastre sobreviene el miedo, el
terror por lo acontecido a los seres queridos, los lamentos por la
pérdida de las propiedades, el rumor de una réplica que intensifica el
pánico y los sentimientos de impotencia.
De manera súbita la mentalidad dio paso a
los recuerdos de que frente a estos sucesos naturales los chiapanecos
en otros tiempos siempre estuvieron solos. Y la idea hasta ese momento
se hace compartible y creíble y tan poco distante con los damnificados
del huracán Stan que no se cansan de pedir justicia. Y
mucho más cerca con los más de 72 mil afectados que apenas la ineficacia
del gobierno les remendó sus necesidades (derechos) y parchó sus
pérdidas por las inundaciones del 2007.
¿Por qué se pensó así? La
historia nos cuenta que la población chiapaneca ha adolecido falta de
garantías cuando ocurren eventos de esta naturaleza. Ahí tenemos,
verbigracia, el deslizamiento de tierra que destruyó la población Juan
del Grijalva el 5 de noviembre del año 2007, en el que los informes de
las autoridades sobre el saldo del desastre fueron contradictorios:
cuatro muertos, 16 desaparecidos y varias casas destruidas.
El gobierno de Sabines minimizó el
siniestro y jamás se acercó al número real de daños comparado con la
fuerza de la catástrofe: las víctimas dieron las cifras reales y
contaron a sus decenas de muertos.
El gobierno de Juan Sabines se traslada
al lugar de los hechos como por morbo y camina junto al presidente de la
República Felipe Calderón y su comitiva sobre lo que alguna vez fue
Juan del Grijalva. Los funcionarios de buen corazón cubren con abrazos
de consuelo a los afectados y otorgan el pésame con copias a los medios
para que quede constancia de la solidaridad.
Y se ve al gobernador Sabines dando dos o
tres abrazos breves pero solemnes y repartiendo un aluvión de promesas y
sonrisas que no le preocupan si se las devuelven, total que son parte
de las condolencias con las que pueden quedarse los interesados.
Tiempo después se anuncia en todo México
que en Chiapas se combate con firmeza la dispersión social y se
subsanan con “Hechos no Palabras” los daños ocasionados por los
desastres naturales. El gasto que se hizo en publicidad fue más alto que
la inversión en los proyectos de sustentabilidad económica, combate a
la dispersión, infraestructura social y en la construcción del poblado
que denominaron Nuevo Juan del Grijalva.
Todo sonaba demasiado hermoso para ser
realidad. Y, en efecto, el ensueño devino pesadilla. La ciudad rural
estuvo desde el principio destinada al fracaso. No hubo siquiera
voluntad para hacer un proyecto decoroso: las casas son ratoneras, los
servicios básicos son insuficientes, los centros de salud ni siquiera
cuentan con doctores, etc. Pero más allá de estos “detalles”, el nuevo
poblado formaba parte de un programa estatal para reordenar a la
población dispersa. Se trata, cual si estuviéramos en pleno siglo XVI,
de crear auténticos pueblos de indios.
Con el pretexto de que la mayoría de las
localidades de Chiapas se encuentran dispersas y la alta dispersión
dificulta la dotación de servicios y el desarrollo económico y social de
las comunidades, el Programa Ciudades Rurales pretendía, se dijo,
concentrar a las personas del campo en pequeñas aldeas. El objetivo era
doble: por un lado, enajenar y explotar la tierra de los campesinos (con
la participación de grandes empresas) y, por el otro, concentrar a los
habitantes de varias localidades en un solo lugar para que funjan como
ejército industrial de reserva.
Hoy las ciudades rurales creadas en el
gobierno de Sabines son pueblos fantasmas. Antes, sin embargo, fueron
exquisito pretexto para la rapiña y enriquecer a una banda de ladrones
encabezada por Nemesio Ponce Sánchez, el poderoso subsecretario de
gobierno de Sabines que todavía, al igual que los integrantes de su
banda, goza de impunidad aunque ya hay una demanda penal en la
Procuraduría General de la República contra 50 funcionarios de esa
administración.
STAN: ¿ASUNTO PENDIENTE?
En el caso del Huracán Stan en el 2005,
considerado hasta el momento como el fenómeno tropical más mortífero de
la temporada de huracanes del 2005 con un saldo de 1620 muertes por
encima del huracán Katrina en Estados Unidos que ronda las 1300, la
historia es similar: corrupción de Pablo Salazar por más de 11 mil
millones de pesos que autorizó el Congreso de la Unión para reparar los
daños, devastación en 41 municipios y una puesta teatral de la
reconstrucción de la que todos fuimos testigos por televisión. Incluso,
después de casi nueve años de la calamidad, hoy pueden verse puentes
colapsados, caminos intransitables y familias sin viviendas.
Según palabras del líder del grupo de damnificados del huracán Stan,
Carlos Tapia Ramírez, familias que perdieron todo y que estaban en la
espera de la ayuda del gobierno de Salazar decidieron volver a las zonas
afectadas y reconstruir ahí por cuenta propia y con sus escasos
recursos un hogar donde vivir.
Pocos días después del huracán, el actor
y productor estadunidense Mel Gibson anunció la donación de un millón
de dólares para construir casas a los damnificados. Actor de cintas
como Braveheart o la saga Mad Max, Gibson mantuvo un
encuentro con el entonces presidente de México Vicente Fox (2000-2006), a
quien le anunció la donación de un millón de dólares para los mexicanos
afectados por ese huracán. El dinero presuntamente se envió al gobierno
de Chiapas pero de ahí no se supo más. Según el activista social Tapia
Ramírez, ese dinero junto a los once mil millones de pesos señalados,
“fueron invertidos en bienes raíces en Argentina, Chile, Brasil y
Estados Unidos, además de que buena parte se usó para manejarlo en la
bolsa de valores de varios países del mundo”.
El 7 de junio de 2011 Pablo Salazar es detenido en el aeropuerto de Cancún, en el estado de Quintana Roo. En el avión llamado El Chamula
que él y sus hijos usaron durante seis años para ir a ver los partidos
de fútbol del equipo Jaguares pero que lo negó para trasladar a la
ciudad de México a los niños agonizantes del hospital de Comitán,
Salazar es traído a Chiapas para enfrentar un proceso penal por el
delito de peculado por un monto de 104 millones en agravio a las
finanzas públicas de Chiapas.
Sobre el asunto de Stan poco se ventiló
durante el tiempo que Salazar estuvo en la cárcel. El 26 de abril de
2012 se anunció que el juez primero penal dictó auto de formal prisión
contra el ex gobernador Pablo Salazar Mendiguchía por los presuntos
delitos de ejercicio indebido del servicio público, coalición de
servidores públicos y asociación delictuosa, como parte de las
investigaciones por el desvío de recursos durante la reconstrucción de
los daños causados por el huracán “Stan” en 2005.
La Procuraduría de Justicia de Chiapas
informó entonces que por las anomalías detectadas por la Secretaría de
la Contraloría y el Órgano Superior de Fiscalización del Congreso del
Estado, fueron iniciadas 17 averiguaciones previas por los delitos
citados, además de presunto peculado y fraude. Hoy Salazar está libre y
amenaza con regresar por sus fueros políticos.
Esa fue la triste historia en Chiapas: corrupción, saqueo y pillaje al amparo de la desgracia humana.
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