La visión que se tenía de Chiapas en el pretérito era grotescamente surrealista. Se sabía más del estado por el showman
Marcos, actualmente comandante Galeano, por la guerrilla zapatista y
por los conflictos interétnicos que llenaron de cruces los camposantos
que por sus bellezas naturales y la riqueza de su cultura o de su
poesía.
Chiapas no es cualquier tierra. Aquí nacieron grandes hombres como Don Belisario Domínguez, Jaime Sabines, Noquis
Cancino, Rodulfo Figueroa y Luis Espinosa que enaltecieron Chiapas no
solo en las letras, sino con actos de verdadero heroísmo que seguirán
siendo paradigma de las generaciones ulteriores. Zeferindo Nandayapa
Ralda hizo vibrar la madera de hormiguillo para exponer al mundo que
Chiapas es magia, es folclor y es canción.
Olvido y corrupción significaron por
mucho tiempo los ingredientes que alimentaron el morbo de la crítica y
dieron carnaza para la denostación.
Hoy a Chiapas se le valora
afuera por ser un estado en franca etapa de desarrollo sin que esto
quiera decir que no existen carencias, o que el joven Manuel Velasco
Coello tiene una varita mágica para resolver, ipso facto, los problemas
de Chiapas que son grandes y ancestrales.
Álvaro Cueva es un acreditado
periodista que forma parte del grupo Milenio. Es respetado por la
puntualidad de sus análisis y sus juicios certeros. Hace unos días
estuvo en Chiapas y en su columna que escribe precisamente en el diario
Milenio detalló un punto de vista que refleja el enfoque que ahora hay
de Chiapas en el exterior.
Esto es un resumen de lo que
dijo: Por segundo año consecutivo decidí pasar mis vacaciones de verano
en Chiapas y es impresionante lo que está sucediendo ahí. En tan solo 12
meses me encontré con un estado diferente, renovado.
Por todos lados, desde Tuxtla Gutiérrez
hasta Tapachula y desde el Cañón del Sumidero hasta las Playas de
Catazajá, se respira progreso.
¿No se suponía que Chiapas era uno de
los rincones más olvidados de nuestra nación? ¿No se suponía que aquello
era un lugar de pobreza, conflicto y rezagos?
Bueno, pues todo eso quedó atrás y se lo
tenía que decir, porque las cosas buenas nunca se comentan y porque
esto es maravilloso.
Chiapas está mejor que nunca. Más bonito, más avanzado, más tranquilo.
Por eso estoy convencido de que el
momento para ir a Chiapas es ahora. Yo, si pudiera, ya me estaría
comprando una casita por ahí.
¡Qué gusto, de veras, encontrar un
estado donde las cosas sí están funcionando! Y mire que si alguien ha
sido crítico con Chiapas he sido yo. ¡Qué gusto, insisto, haber vivido
unas vacaciones tan fantásticas! ¡Se las recomiendo.
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