- No ha sido fácil la tarea del Rector Jaime Valls Esponda, pero el Doctor Velasco Suárez debe estar tranquilo porque nuestra Universidad está en buenas manos…
Rafael Díaz/Areópago.
En el gobierno del Doctor
Manuel Velasco Suárez (1970-1976) se construyeron muchas carreteras
trasversales y hospitales para comunicar ágilmente a los chiapanecos y
al mismo tiempo darles acceso a la salud, premisas que deben ser
irrenunciables en todos los pueblos y que, poco más de tres décadas
después, su nieto Manuel Velasco Coello ha dado vigencia con el
propósito de continuar la obra social que emprendió su abuelo y fue
trastocada en otros sexenios de barbarie y robo.
Aún los jóvenes conocemos la
biografía del Doctor Velasco Suárez porque fue un gran filántropo,
chiapaneco de una sola pieza que amó entrañablemente sus raíces y jamás
se avergonzó de ellas. Puede estar tranquilo porque su sangre se
perpetuó en el joven Velasco Coello que tenía siete o nueve años de edad
cuando él falleció.
En el sexenio velascosuarista
el desarrollo fue un asunto de carácter prioritario. Sin duda nada
sabríamos de la revuelta zapatista si gobiernos siguientes al suyo
hubieran continuado con las políticas públicas orientadas a los
indígenas. Después, como ya conocemos, el zapatismo sólo sirvió de
marketing al ser atrapado en una espiral de propaganda chocarrera y a
merced de turbas de haraposos foráneos.
Galardonado múltiples veces
tanto en su tierra natal, en su país como en el extranjero, era el
Doctor Velasco Suárez un ser excepcional, sui géneris. Si Galileo
Galilei motivó una revolución científica en el apogeo del renacimiento,
en la época moderna, la actual, el Doctor Velasco Suárez trasciende como
una figura notable de la ciencia mundial y promotor de la paz entre los
hombres y las naciones.
Nacido en el bello pueblo de
San Cristóbal de las Casas en 1914, ahí en donde se conjugan la magia
de su arquitectura y el olor a pino cuyo nombre honra la memoria del
misionero Fray Bartolomé, el Doctor Velasco Suárez fue un benefactor de
los desprotegidos y también una eminencia en la medicina al grado de que
su Santidad Juan Pablo II sólo confiaba su salud en el destacado
neurocirujano chiapaneco.
Estudioso de los secretos de
la mente y del cerebro, el Dr. Velasco Suárez tiene inobjetablemente el
mejor lugar en la historia de Chiapas muy al ladito de Don Belisario
Domínguez. Su interés por sacar del atraso a nuestro pueblo y liberarlo
del yugo oprobioso y ancestral de la marginación no sólo se manifestó en
abrir caminos pavimentados por los más estrechos rincones de Chiapas ni
en construir clínicas, sino otra de sus obras cumbres fue la creación
de la Universidad Autónoma de Chiapas en 1974 que inició sus actividades
al año siguiente, en 1975.
Nunca consideres el estudio
como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello
y maravilloso mundo del saber, decía Einstein. Con la
fundación de la UNACH, el Doctor Velasco impulsó un paso gigantesco en
la modernidad de Chiapas porque si bien combatía la pobreza y la
discriminación en las comunidades nativas dotándoles de infraestructura
para darles igualdad de oportunidades, sabía perfectamente que un pueblo
sin educación es un pueblo ciego y torpe, vulnerable a los abusos o al
apartheid.
También precursor en 1982 de
la Asociación de Médicos Mexicanos para la Prevención de la Guerra
Nuclear, afiliada a la International Physicians for the Prevention of
Nuclear War (IPPNW), organización que en 1985 obtuvo el
Premio Nobel de la Paz, como inspirador del bienestar humano deja en la
UNACH un legado invaluable e imperecedero que estará enlazado a la
divulgación de los conocimientos y a la vinculación con el bienestar del
estado.
En breve la UNACH, ella que es nuestra Alma Mater, cumplirá
40 años de edad y hasta ahora han egresado de sus aulas al menos 40 mil
profesionistas que sobresalen en distintas ramas del saber. Claro que
llegar a esa edad no ha sido fácil, pues, tras su nacimiento, nuestra
Universidad atravesó por terribles episodios de violencia y
descomposición estudiantil al ser avasallada su autonomía por los
atropellos del poder.
Con planes de estudio que se
enmarcan a los procesos de cambio en el mundo pero que no pierden su
esencia, la UNACH se reencontró con sus raíces luego de impulsivos
vaivenes y en día su reputación va más allá de nuestras fronteras y
jóvenes chiapanecos que han salido de sus aulas deslumbran con sus
conocimientos en otras latitudes del Globo.
LA TAREA DE JAIME VALLS
Con la misión de formar
profesionales capaces, críticos, propositivos y creativos, con espíritu
ético y humanista, con conciencia histórica y social y comprender y
anticipar la complejidad de la realidad social para incidir con
responsabilidad en el desarrollo de Chiapas y de México, con respeto a
la identidad cultural de los pueblos, a la biodiversidad y al ambiente,
la UNACH se erige como un coloso educativo que cumple a pie juntillas
los deseos de su padre y creador: el Doctor Velasco Suárez.
No ha sido fácil la tarea
para el Rector Jaime Valls Esponda. Después de la tempestad sobrevino la
calma y en día nuestra Universidad, la Universidad de todos los
chapanecos y no de falanges políticas, en México y fuera de él es
reconocida socialmente por la calidad de sus egresados, por su actividad
científica y tecnológica, y por la transparencia y credibilidad de su
gestión.
Con programas educativos acreditados y
procesos certificados; innovadora y articulada en redes de cooperación,
centrada en lo local e inspirada en el pensamiento universal, y
estrechamente emparentada al progreso de la sociedad chiapaneca, la
UNACH refleja en la actualidad, inequívocamente, el statu quo de un
estado progresista, seguro, en paz y que su mejor apuesta está en la
formación adecuada de sus jóvenes.
El Maestro Valls Esponda ha sido durante
cuatro años un incansable impulsor de la autonomía universitaria, de la
excelencia académica, de la libertad de cátedra, de la investigación,
de la pluralidad y de la solidaridad en la Máxima Casa de Estudios.
El logro no es sólo haber salvado a la
Universidad de las telarañas en que la enredaron autoridades impúdicas y
abusivas por así convenir a sus intereses, sino también mantener la
paz, darle autoridad, respeto y credibilidad pero, básicamente, cumplir
los postulados del Doctor Velasco Suárez.
El Doctor Velasco Suárez puede estar sereno porque su Universidad, la Universidad de todos, está ahora en buenas manos.
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