viernes, 1 de agosto de 2014

UNACH: 40 años después…

Luego de violentos vaivenes, nuestra Alma Máter se reencontró con la gobernabilidad, la paz y el orden; hoy su prestigio trasciende nuestras fronteras
  • No ha sido fácil la tarea del Rector Jaime Valls Esponda, pero el Doctor Velasco Suárez debe estar tranquilo porque nuestra Universidad está en buenas manos…
Rafael Díaz/Areópago.
            En el gobierno del Doctor Manuel Velasco Suárez (1970-1976) se construyeron muchas carreteras trasversales y hospitales para comunicar ágilmente a los chiapanecos y al mismo tiempo darles acceso a la salud, premisas que deben ser irrenunciables en todos los pueblos y que, poco más de tres décadas después, su nieto Manuel Velasco Coello ha dado vigencia con el propósito de continuar la obra social que emprendió su abuelo y fue trastocada en otros sexenios de barbarie y robo.
            Aún los jóvenes conocemos la biografía del Doctor Velasco Suárez porque fue un gran filántropo, chiapaneco de una sola pieza que amó entrañablemente sus raíces y jamás se avergonzó de ellas. Puede estar tranquilo porque su sangre se perpetuó en el joven Velasco Coello que tenía siete o nueve años de edad cuando él falleció.
            En el sexenio velascosuarista el desarrollo fue un asunto de carácter prioritario. Sin duda nada sabríamos de la revuelta zapatista si gobiernos siguientes al suyo hubieran continuado con las políticas públicas orientadas a los indígenas. Después, como ya conocemos, el zapatismo sólo sirvió de marketing al ser atrapado en una espiral de propaganda chocarrera y a merced de turbas de haraposos foráneos.
            Galardonado múltiples veces tanto en su tierra natal, en su país como en el extranjero, era el Doctor Velasco Suárez un ser excepcional, sui géneris. Si Galileo Galilei motivó una revolución científica en el apogeo del renacimiento, en la época moderna, la actual, el Doctor Velasco Suárez trasciende como una figura notable de la ciencia mundial y promotor de la paz entre los hombres y las naciones.
            Nacido en el bello pueblo de San Cristóbal de las Casas en 1914, ahí en donde se conjugan la magia de su arquitectura y el olor a pino cuyo nombre honra la memoria del misionero Fray Bartolomé, el Doctor Velasco Suárez fue un benefactor de los desprotegidos y también una eminencia en la medicina al grado de que su Santidad Juan Pablo II sólo confiaba su salud en el destacado neurocirujano chiapaneco.
            Estudioso de los secretos de la mente y del cerebro, el Dr. Velasco Suárez tiene inobjetablemente el mejor lugar en la historia de Chiapas muy al ladito de Don Belisario Domínguez. Su interés por sacar del atraso a nuestro pueblo y liberarlo del yugo oprobioso y ancestral de la marginación no sólo se manifestó en abrir caminos pavimentados por los más estrechos rincones de Chiapas ni en construir clínicas, sino otra de sus obras cumbres fue la creación de la Universidad Autónoma de Chiapas en 1974 que inició sus actividades al año siguiente, en 1975.
            Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber, decía Einstein. Con la fundación de la UNACH, el Doctor Velasco impulsó un paso gigantesco en la modernidad de Chiapas porque si bien combatía la pobreza y la discriminación en las comunidades nativas dotándoles de infraestructura para darles igualdad de oportunidades, sabía perfectamente que un pueblo sin educación es un pueblo ciego y torpe, vulnerable a los abusos o al apartheid.
            También precursor en 1982 de la Asociación de Médicos Mexicanos para la Prevención de la Guerra Nuclear, afiliada a la International Physicians for the Prevention of Nuclear War (IPPNW), organización que en 1985 obtuvo el Premio Nobel de la Paz, como inspirador del bienestar humano deja en la UNACH un legado invaluable e imperecedero que estará enlazado a la divulgación de los conocimientos y a la vinculación con el bienestar del estado.
            En breve la UNACH, ella que es nuestra Alma Mater, cumplirá 40 años de edad y hasta ahora han egresado de sus aulas al menos 40 mil profesionistas que sobresalen en distintas ramas del saber. Claro que llegar a esa edad no ha sido fácil, pues, tras su nacimiento, nuestra Universidad atravesó por terribles episodios de violencia y descomposición estudiantil al ser avasallada su autonomía por los atropellos del poder.
            Con planes de estudio que se enmarcan a los procesos de cambio en el mundo pero que no pierden su esencia, la UNACH se reencontró con sus raíces luego de impulsivos vaivenes y en día su reputación va más allá de nuestras fronteras y jóvenes chiapanecos que han salido de sus aulas deslumbran con sus conocimientos en otras latitudes del Globo.
LA TAREA DE JAIME VALLS
            Con la misión de formar profesionales capaces, críticos, propositivos y creativos, con espíritu ético y humanista, con conciencia histórica y social y comprender y anticipar la complejidad de la realidad social para incidir con responsabilidad en el desarrollo de Chiapas y de México, con respeto a la identidad cultural de los pueblos, a la biodiversidad y al ambiente, la UNACH se erige como un coloso educativo que cumple a pie juntillas los deseos de su padre y creador: el Doctor Velasco Suárez.
            No ha sido fácil la tarea para el Rector Jaime Valls Esponda. Después de la tempestad sobrevino la calma y en día nuestra Universidad, la Universidad de todos los chapanecos y no de falanges políticas, en México y fuera de él es reconocida socialmente por la calidad de sus egresados, por su actividad científica y tecnológica, y por la transparencia y credibilidad de su gestión.
Con programas educativos acreditados y procesos certificados; innovadora y articulada en redes de cooperación, centrada en lo local e inspirada en el pensamiento universal, y estrechamente emparentada al progreso de la sociedad chiapaneca, la UNACH refleja en la actualidad, inequívocamente, el statu quo de un estado progresista, seguro, en paz y que su mejor apuesta está en la formación adecuada de sus jóvenes.
El Maestro Valls Esponda ha sido durante cuatro años un incansable impulsor de la autonomía universitaria, de la excelencia académica, de la libertad de cátedra, de la investigación, de la pluralidad y de la solidaridad en la Máxima Casa de Estudios.
El logro no es sólo haber salvado a la Universidad de las telarañas en que la enredaron autoridades impúdicas y abusivas por así convenir a sus intereses, sino también mantener la paz, darle autoridad, respeto y credibilidad pero, básicamente, cumplir los postulados del Doctor Velasco Suárez.
El Doctor Velasco Suárez puede estar sereno porque su Universidad, la Universidad de todos, está ahora en buenas manos.

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