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En poco
más de dos décadas han muerto al menos
cincuenta personas en accidentes aéreos en Chiapas. Los más trágicos han sido
uno de la empresa Aerocaribe y otro
de Aviacsa. Ambas ya no surcan cielos
chiapanecos.
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Varias
avionetas también se han desplomado de los cielos chiapanecos; los más
recientes ocurrieron en Tapachula y Ocozocoautla
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¿Y si
los extraterrestres se llevaron el avión de
Malaysia Aeirlines para experimentar con los humanos?
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Rafael Díaz/Areópago.-
Una
avioneta Cesna 182 con matrícula XB-BJO se desplomó el miércoles 10 de
septiembre de 2014 alrededor de las 11:00 horas dentro de un terreno ubicado en
el ejido Francisco I. Madero, en la zona baja del municipio de Tapachula. El
saldo fatal es de una persona fallecida y cuatro con heridas graves.
El
Sistema Estatal de Protección Civil dio a conocer que la aeronave se localizaba
en un predio ocupado para siembra de flores exóticas, a 300 metros del ejido Francisco I. Madero.
Hasta allí arribaron elementos del Ejército, Policías Federales, agentes de la
Procuraduría de Justicia Estatal, Secretaría de Seguridad Pública, Bomberos,
Protección Civil y Policía Municipal.
En la
avioneta iban Fernando Flores Gómez, de 74 años, originario de Tumbalá,
Chiapas, quien perdió la vida por múltiples golpes; José Chapa Ibarra, piloteaba la unidad;
Javier Ibarra Ortiz, de Tuxtla Gutiérrez; Daniel López Figueroa, oriundo de
Tapachula y una mujer que se encuentra en calidad de desconocida. Fueron
trasladados al hospital de especialidades Ciudad Salud debido a las contusiones
sufridas por el brutal impacto.
Autoridades
han informado que sobrepeso y fallas en
el motor, además de rachas de viento propiciaron una sacudida y el choque frontal de la aeronave
contra los árboles. Por su parte, el Ministerio Público y autoridades
del ramo efectúan diligencias y peritajes correspondientes.
No es el
primer caso. El 23 de marzo de 2014 al medio día, dos
personas murieron al caer una avioneta
de recorridos turísticos
en inmediaciones del centro eco
turístico Sima de Las Cotorras, en el municipio de Ocozocoautla de Espinosa, en
la región Centro de Chiapas.
El
17 de enero de 2013 por la mañana, una avioneta Pipper Navajo
modelo PA-31 de matrícula XB-EZY que pretendía despegar con destino a Oaxaca se
derrumbó en el aeropuerto internacional Ángel
Albino Corzo, a unos 40 minutos de Tuxtla Gutiérrez, perdiendo la vida al menos cinco personas. La
aeronave explotó al impacto y se generó una intensa columna de humo.
En
poco más de dos décadas han muerto al
menos cincuenta personas en accidentes aéreos en Chiapas. Los más trágicos han
sido uno de la empresa Aerocaribe y
otro de Aviacsa. Ambas ya no surcan
cielos chiapanecos.
El
8 de julio de 2000, el vuelo 7831
de Aerocaribe que cubría la ruta Tuxtla
Gutiérrez-Veracruz-Villahermosa-Mérida
había salido de Tuxtla Gutiérrez a las 19:30 horas con 17 pasajeros y
dos tripulantes a bordo. 19 minutos después, el piloto Jorge Orrín Urista, con
más de 5 mil horas de vuelo, informó a la torre de control de Villahermosa,
Tabasco, que desviaría su itinerario debido al mal tiempo y la escasa
visibilidad imperantes. El aparato se estrelló contra una montaña de la
comunidad Chulum, municipio de Tila.
Las
tareas de rescate del Ejército Mexicano y cuerpos de socorro fueron
inextricables y agotadoras, ya que al lugar (una profunda cañada) donde se
esparcieron los restos de las víctimas se llegaba solo caminando ocho horas. El
percance mortal ocurrió once minutos antes de que el avión aterrizara en
Villahermosa. A las 19:49 horas fue el último contacto que se tuvo con la
tripulación.
El
10 de mayo de 1990 otro suceso
similar llenó de dolor a los
chiapanecos. La visita de su Santidad Juan Pablo II a la catedral de San Marcos
de Tuxtla Gutiérrez se vio empañada porque, horas antes, un avión de la
aerolínea Aviacsa realizó un descenso
incorrecto en el aeropuerto de Terán (hoy base aérea militar) matando a 15
viajeros, entre ellos el Obispo de Tapachula Luis Miguel Cantón Marín.
Sobre
el caso del Obispo Cantón hay una anécdota singular. Se dice que ese día, ante
su deseo irrefrenable de ver a su Santo Padre (es decir El Papa) estaba a lista
de espera en el aeropuerto de Tapachula. Alguien canceló y ese boleto se le
vendió a él. Si esto es cierto se confirma el dicho de que cuando te toca,
aunque te quites, y cuando no, aunque te pongas.
CON EL JESÚS EN LA BOCA…
Desde
que los hermanos Wright hicieron el primer vuelo en los Estados Unidos, el
aéreo es el medio más rápido y moderno del mundo que, por supuesto, no excluye
a los chiapanecos. Hoy ya no sólo vuelan los hombres de empresa: también lo
hacen personas comunes que pueden pagar un boleto y que, por una u otra razón,
necesitan trasladarse de un lugar a otro. Ya no se trata de un sueño del hombre
para igualar a los pájaros, sino de una necesidad que va en sintonía con la
tecnología y el adelanto mundial.
Estudiosos
opinan que manejar un auto es mucho más riesgoso que subirse en
un avión. Pese a ello los accidentes aéreos son
una amenaza latente. El más sonado en la época moderna es sin duda el
de la línea Malaysia Aeirlines (un Boeing 777 con registro MH370) que se extravió en el Océano Índico el
8 de marzo de 2014 con 239 personas cuando realizaba una travesía de Kuala Lumpur
a Beijín.
Hay varias versiones sobre la catástrofe.
Alguna de ellas apunta a que en el interior del avión iba material secreto que
no conviene a Estados Unidos y por eso fue derribado. Pero hasta ahora nadie ha
dicho que ese avión pudo haber sido llevado por extraterrestres a otro
planeta en donde quieren experimentar con los humanos.
La
empresa Avicasa, que ya no vuelva a Tuxtla Gutiérrez, fue señalada varias veces
por la negligencia de su personal de tripulación. El 2 de julio de 2009, el avión 737 XA-UCG de Aviacsa, procedente de Tuxtla
Gutiérrez, se despistó al arribar al aeropuerto internacional de la Ciudad de
México (AICM) debido a que se le poncharon dos neumáticos del tren de
aterrizaje posterior izquierdo, sin que en el percance derivara en personas
lesionadas.
Luego
del despiste, la aeronave pudo continuar su desplazamiento hasta una calle de
rodaje a la que llegó un autobús para trasladar a los 49 pasajeros y cinco
tripulantes a la sede del AICM.
En su
momento, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) señaló que la
aeronave que sufrió el percance era una de las 25 unidades reportadas con
fallas por la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGCA) y que fueron
suspendidas de forma temporal, hasta que Aviacsa obtuvo una suspensión definitiva
sobre la actuación de la autoridad y remprendió operaciones.
Varios relatos me han dado sobre casos que tuvieron
a los pasajeros con un Jesús en la boca. En una ocasión, un avión de esa línea
(Aviacsa) literalmente aterrizó entre corrales de bueyes en los alrededores del
aeropuerto Llano San Juan (ya no funciona) debido al mal tiempo y a la falta de
pericia del piloto.
Otra vez una despresurización en un vuelo de México
a Tuxtla Gutiérrez puso en grave peligro la vida de al menos 80 viajeros. La aeronave
aterrizó de emergencia en el aeropuerto de la Ciudad de México, de donde había
despegado sólo 25 minutos antes. Otro
episodio fue el de una aeronave que venía de Puerto Vallarta a Tuxtla con
escala en la Ciudad de México, cuando la irresponsabilidad de los pilotos
provocó que el tren de aterrizaje de abriera en pleno cielo generando que la
nave se zarandera y con el susto de la gente.
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