Héctor Lavariaga/Areópago.
En
los primeros días de febrero de 2010, el gobierno de Juan Sabines Guerrero
anunció una inversión millonaria en un proyecto integral para el saneamiento
del Río Sabinal que sería, a la par de la obra que viva el centro, el marco perfecto, se decía, para que
el gobernador pasara a la inmortalidad y fuera bien recordado por los
tuxtlecos. La obra, sin embargo, sólo quedó en un plan de buenas intenciones
que al mismo tiempo sirvió de tapadera de la corrupción.
El río Sabinal que todos conocemos
nace en un ojo de agua del municipio de Berriozábal y atraviesa toda la capital
hasta desembocar en el cañón del Sumidero. La cuenca está conformada por 21
arroyos. A nuestros ancestros todavía les tocó ver aguas limpias, cristalinas,
que usaban para bañarse y las mujeres para lavar ropa en auténticos días de fiesta bajo las
sombras de ceibas imponentes.
Como el biodisel que incluso embaucó
al dirigente de la ONU Ban Ki
Moon, el proyecto de saneamiento del río Sabinal pasó a una promesa más
incumplida, sólo que a un costo elevado para los chiapanecos pues muchos
millones de pesos “se esfumaron” que
sin duda fueron a parar en las cuentas bancarias de los célebres componentes
del grupo que lideraba Nemesio Ponce Sánchez, quien de mediocre camillero en la Ciudad de México en Chiapas
fue un pequeño dios terrenal en el sexenio 2006-2012.
La burla hacia los chiapanecos no
tuvo límites. Al igual que el fiasco de las ciudades rurales que significó una
danza multimillonaria de recursos pero los chiapanecos de las zonas nativas
siguen en la pobreza, se vendió la idea de que el río Sabinal sería hasta
navegable, como los canales de la hermosa Venecia.
Qué descaro y afrenta para la sociedad.
El río Sabinal se vuelve severo foco
de contaminación en temporada de seca porque en él desaguan aguas negras y
residuos fecales despidiendo un hedor insoportable que enferma a los niños del
perímetro. El contraste es durante la época de lluvias, pues varias veces se ha
desbordado poniendo al desnudo la negligencia de las autoridades capitalinas y,
lo más grave, colocando en grave riesgo a las familias. Episodio dramático se
vivió en la administración de la torpe alcaldesa Victoria Rincón Carrillo
cuando la capital resintió recurrentes inundaciones.
Todos nos imaginábamos surcando en período de
lluvias El Sabinal en folclóricas barcazas o las famosas chalupas, comiendo
antojitos típicos, elotes asados, los tamales de torito pinto y tomando
cervezas, pozol de caco o aguas frescas, escuchando por supuesto las maderas
que cantan (la marimba) o bien el tradicional mariachi, según el gusto de cada
familia. Vaya, como si anduviéramos en Xochimilco en las trajineras.
Y es que se dijo a los tuxtlecos que
El Sabinal ya no sería motivo de
preocupación o fuente de contaminación, sino un espacio para el encuentro de
las familias capitalinas, motivo de orgullo de los chiapanecos, atractivo
turístico de los visitantes, escenario en franca armonía con la naturaleza.
Pero todo fue otra gran farsa.
El
proyecto de Remediación y Regeneración pretendía convertir, al menos en
el dicho, los problemas medioambientales -inundaciones, contaminación, etc.- y
de imagen urbana que presenta la cuenca
del río Sabinal en un potencial de diseño urbano regenerativo que
buscaría recuperar las condiciones naturales del sitio. El objetivo principal
era convertir al río y sus escurrimientos en los elementos que estructuren de
nuevo a la ciudad por medio de un parque lineal de 18.5 kilómetros con
conectividad al cañón de El Sumidero. Habría ciclo pista, andadores, plazas,
luminarias sustentables y 18 ciclo estaciones
El
parque lineal debía ser el detonador de un bosque agroforestal comestible dentro
de la ciudad que permitiría dotar a habitantes y visitantes de una serie de
servicios y experiencias, tales como: sombra, control del suelo, continuidad en
el ciclo edafológico e hidrológico, producción de huertos esparcidos en la
ciudad, corredores de flora y fauna.
Chulada
de proyecto. La inversión inicial anunciada fue de 200 millones de pesos para
solventar la primera etapa que sería para el rescate hidráulico y la
construcción del bordo en un tramo de un kilómetro cien metros. La noticia de
tan espectacular y ambiciosa empresa se hizo en la colonia Francisco I. Madero,
La Madero ,
como la llamamos porque por esos rumbos antes estaba el legendario parque
Madero y hoy es la calzada de Los Hombres Ilustres.
Los flashazos iban todos a Juan
Sabines, Seth Yassir Vázquez Hernández, entonces alcalde, y al cantante
Emmanuel, muy amigo del ex gobernador porque se cuenta que cuando Sabines era
pobre en la ciudad de México, el famoso y tierno intérprete le daba alojamiento
y comida sin saber, claro, que el futuro sería magnánimo para ellos. Por eso
Emmanuel durante los seis años del sabinato fue atendido como rey en Chiapas.
Fue el cantante oficial en ese sexenio.
¿Y SAMUEL TOLEDO?
Samuel Toledo Córdoba Toledo se desempeñaba en ese tiempo como Secretario de Desarrollo y Participación
Social (Sedepas) y otro de los ases que traía bajo la manga Nemesio Ponce
Sánchez. El primero era el pequeño Yassir porque en la estrategia del grupo
estaba convertir en gobernador al sujeto que ahora los tuxtlecos apodan la tuza
por razones obvias y es el ex alcalde más odiado de todos los tiempos y de las
generaciones que vienen. Sólo que ese día del anuncio Samuel Toledo no salió en
la foto, pero es otro de los funcionarios de ese régimen que se encuentra bajo
sospecha en el peculado que asciende, según cálculos, a 40 mil millones de
pesos cometido al patrimonio de los chiapanecos.
Siendo titular de la SEDEPAS , el hoy alcalde de
la ciudad tiene qué ver insoslayablemente con el fraude que representó el
proyecto de remodelación de El Sabinal. Él sabía que en el fondo del proyecto
había turbios negocios para agenciar más riqueza a los hombres del primer
círculo que mandaban en Chiapas, siendo el cabecilla el nefasto Ponce Sánchez.
Samuel Toledo podría estar relacionado al menos con la “desaparición” de 480 millones de pesos
que serían destinados para la obra. La constructora Odisea, cuyo apoderado legal es Arturo Ortiz pero presuntamente
prestanombre José Emmanuel Acha Martínez, Emmanuel, es al parecer una más de
las empresas embadurnadas en el saqueo cometido con el proyecto del Río Sabinal
que se anunció con bombos y platillos, pero que nunca se ejecutó aunque sí
existieron las partidas presupuestales para ello. Es decir, fue el proyecto un
festín de corrupción.
Samuel Toledo se halla en estos
momentos atrapado en los escándalos y las sospechas. Por un lado, su facilidad
para mentir le ha granjeado el repudio de los tuxtlecos y, por otro, su lealtad
a Sabines y a Nemecio Ponce Sánchez ha provocado terrible anarquía en el gobierno
municipal en donde predominan la rapiña, el reparto de bonos, los sueldos a
aviadores y un catálogo más de atropellos y abusos.
La sociedad chiapaneca está a la
espera de que la Procuraduría General
de la República
oriente sus pesquisas a Chiapas luego de hacerlo en Tabasco con el caso
Granier. El fracaso proyecto de rescate del río Sabinal debe ser otra arista
que se integre al grueso expediente del robo del siglo que asciende a 40 mil
millones de Chiapas.
El alcalde Samuel Toledo está
demandado en la PGR.
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