• ¿Qué hay en el fondo de la propuesta del líder constructor Aguilar Gómez de despedazar otra vez el centro de Tuxtla?
• Propuestas y más propuestas descabelladas, pero no exige cárcel a los responsables de la rapiña cometida en el pasado
H.
Ochoa/Areópago.
La
mula no era arisca: los palos la hicieron, es uno de los refranes más populares
de la abuelita para alertar lacónicamente el recelo y la desconfianza. Raras
veces el dicho erra, sobre todo cuando
la difidencia en la sociedad es cada vez más ancha por los agravios
sufridos en doce años de terror y de
pesadilla, de maquinaciones y de corrupción sin límites en una clase gobernante
autoritaria y primitiva.
Quizá es sana, de buenas intenciones la propuesta del presidente
de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción en Chiapas Erick
Aguilar Gómez, pero cómo pedirle a los tuxtlecos un voto renovado de confianza
cuando todavía hay asuntos pendientes en el tema de justicia por el saqueo
cometido en el sexenio 2006-2012.
La
CMIC liderada por Aguilar Gómez se ha reunido con funcionarios municipales para
estudiar la modificación de las obras del centro de la ciudad y corregir las
fallas; es decir, hacer pedazos el
centro nuevamente.
Lo
más destacado del proyecto es agilizar la circulación que, sobre todo en la
hora pico, se vuelve un infierno porque en la capital hay un promedio de 200
mil vehículos. Y lidiar con taxistas e imbéciles al volante es lo peor que
puede ocurrir. El asunto se complica.
Gómez ha planteado que, de aprobarse, las obras sean otorgadas a las constructoras chiapanecas ya que, dice, son la mejor opción
pues representan calidad y seguridad. Permítame un alto porque, diría Jack el
destripador, vamos por partes. Digo: la duda metódica es el camino que lleva a
la verdad y evita cometer los mismos errores.
1.- ¿Cómo saber
si el cuestionado representante de la CMIC habla con sinceridad? No lo sabemos,
por eso dijimos quizá. Lo que sí sabemos es que hasta hace unos meses sostenía
encuentros con Andrés Vidal Trespalacios, ex funcionario de la Secretaría de
Infraestructura que fue destituido porque encarnaba una amenaza latente de
corrupción y este gobierno tiene, entre sus muchas prioridades, trasparentar y
cuidar con lupa el manejo de los recursos públicos. Y hay de aquel funcionario
que se desvíe en la ruta de honestidad trazada por el gobernador Manuel Velasco
Coello.
Vidal Trespalacios traía un conflicto abierto con Bayardo
Robles Riqué, titular de la secretaría, hombre cercano del gobernador Velasco y
avalado por sus antecedentes de honestidad, eficiencia y experiencia. El
pipope (así les dicen con cariño a los que son de Puebla y Trespalacios
lo es) había minado esa secretaría porque, aparte de su presunta debilidad por
el dinero mal habido, es también un profesional de los chismes y de las
intrigas.
Ambos (Vidal y el líder de la CMIC) habrían convenido
acuerdos en la opacidad. La obra pública es, en efecto, una generosa fuente de
ingresos muchas veces contaminados por el pillaje, como ocurrió en el gobierno
pasado con el caso del gentleman de la cisterna, Ricardo
Serrano Pino, bautizado así porque se
sospecha que su desconfianza hacia los bancos lo llevó a guardar cientos de
pacas de billetes en un tanque de su residencia.
El negocio, si es
que estaba en puerta, se cayó cuando repentinamente Vidal fue echado de la
Secretaría de Infraestructura y ya no se supo más de él. Su despido se calificó
de sano y necesario pues se puso orden en la dependencia y se previnieron
posibles ilegalidades y concubinatos políticos. Es, como le decía, cuidar todos
los ángulos para impedir que por ninguna rendija se cuele algún gramo de
corrupción y rendir cuentas claras a la sociedad.
LÍDER
IMPRUDENTE
2.- Suena
imprudente en estos momentos pensar en una millonaria inversión para
reconstruir el centro de la ciudad. Cierto: es una zapatiesta el cuadro
principal de Tuxtla, pero nos han dicho
que no hay dinero en la capital más que estrictamente para lo necesario y eso
es dar los servicios primarios a los habitantes de una metrópoli atormentada
por los baches, el ambulantaje y el caos
vehicular cuyo crecimiento se ha despeñado escandalosamente a partir de
la última década.
Una oferta como la del dirigente de los constructores es
hasta ofensiva, descabellada. Y lo es porque si bien todos queremos vivir en
una ciudad más metódica para ahorrarnos ciertas complicaciones cotidianas que
a veces nos colocan en las fronteras de
la desesperación y nos hacen confrontarnos con nuestros conciudadanos, también
hay temas aplazados que deben zanjarse para calmar la sed de justicia del
pueblo chiapaneco.
Al Facebook pueden subirse fotografías de cumpleañeros
celebrando en Acapulco reuniones de pandilla. Una afrenta a los ciudadanos y un
desafío a la ley, claro, porque varios de esos que vimos ahí (Mauricio Perkins
Cardoso, ni más ni menos) son los enfangados no sólo de la anarquía total que
padece Tuxtla después de la obra que viva el centro, sino de la deuda con la banca privada de al menos
40 mil millones de pesos que puso en riesgo la gobernabilidad de Chiapas en los
inicios de la presente gestión.
Aplicar la justicia corresponde a jueces y Ministerios
Públicos. El gobernador no es un policía como para andar detrás de los ladrones de las arcas
públicas de antaño. Van a ir a la cárcel
y de eso no hay menor duda.
Desviar
la atención en horas de apremio en una labor que compete a la autoridad
ministerial es cuestionable y desgastante, ya que están muy claras e
identificadas las grandes exigencias de Chiapas. Por eso se ha puesto en marcha
la cruzada contra el hambre. Por eso se impulsa el deporte y el cuidado del
medio ambiente. Por eso se garantiza la equidad de género y el respeto a los
valores de la familia.
Mucho
ayuda el que no estorba. Eso debe quedarle claro al protagónico liderzuelo de
la CMIC. Si entre manos trae aviesas intenciones luego de que su alianza con
Vidal Trespalacios se hizo añicos por las razones ya contadas, inequívocamente
quedará vadeando a la orilla del río por
una cuestión bien determinante: en este gobierno
no hay chance a las complicidades ni a la rapiña. Eso fue en otros tiempos.
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