• Con un solo militante, el partido sigue recibiendo casi 400 mil pesos al mes que nadie sabe a dónde se va
• El saqueo queda entre familia; se sospecha que el dinero se sigue depositando a la cuenta de Isabel Aguilera de Sabines
Húbert Ochoa/Areópago.
Pablo Salazar Mendiguchía es conocido por su autoritarismo
cuando ejerció el gobierno. Se le ha comparado con los locos más famosos e
ilustres de la historia. Por su egolatría
se le llamó Calígula y por su crueldad se le equiparó al tirano griego
Phalaris que solía asar a sus enemigos dentro de un toro de bronce.
Del ex presidiario 8476 también se cuentan muchas anécdotas
pero hay una que sella su carácter abusivo. Dos funcionarios suyos (uno antes
de estar en la administración era empleado de poca monta de la Cámara de
Comercio de Tuxtla al lado del chiflado y presunto asesino Walter León Montoya)
platicaban en su oficina en una mañana baladí.
-Oye vos: ¿Sabías que los cocodrilos vuelan? le preguntaron
a aquel hombre de dientes saltones y sarrosos que de pelagatos pasó a ser uno
de los hombres que le hablaba al oído a Salazar.-
-¡No inventes! Cómo crees que vuelan si no tienen alas,
respondió.
Bueno, eso me dijo ayer el jefe (se refería a Salazar).
Alífero, sin
trastabillarse contestó:
-Ah bueno: sí vuelan, pero bajito…
Siempre en los gobiernos hay bufones y criados dispuestos a todo. Están para sacarse de la manga las bromas más ingeniosas y hacer reír al gobernador en turno o hay de aquellos que, con las ventajas que da el poder, construyen redes en distintos niveles para satisfacer en el momento indicado los caprichos más libidinosos del jefe.
Siempre en los gobiernos hay bufones y criados dispuestos a todo. Están para sacarse de la manga las bromas más ingeniosas y hacer reír al gobernador en turno o hay de aquellos que, con las ventajas que da el poder, construyen redes en distintos niveles para satisfacer en el momento indicado los caprichos más libidinosos del jefe.
De Víctor Moguel
Sánchez se cuentan historias tremebundas. Una de ellas es que, como pieza clave
del sabinato, fue de los pocos que podía patear la puerta de Nemesio Ponce
Sánchez que a la sazón era un dios terrenal y tan temido y amado por
funcionarios segundones, diputados, presidentes municipales y hasta senadores
por la marcada influencia que ejercía en el gobernador Sabines.
El sexenio anterior también estuvo concatenado a la
parranda, al aquelarre y al libertinaje. La depredación de los recursos
públicos ya ni se diga. Se cuenta que el aprecio que la familia Sabines
Aguilera tiene sobre Moguel Sánchez no sólo es por los vínculos del pasado
entre los padres de ambos (de Víctor y Juan), sino porque el hoy dirigente (de
facto) del Partido Orgullo de Chiapas
era un solícito cafiolo cada vez que
el gobernador Sabines llegaba a Tapachula, tierra natal del junior Moguel.
No hay anfibología entre uno y otro caso. La diferencia de
quedar bien con el que manda está en la forma, no en el fondo.
En el seno de la familia Sabines Víctor Moguel Sánchez
tiene un lugar preponderante. Se le estima como a un hijo. El padre de Víctor,
Carlos Moguel Sarmiento, fue secretario particular de Juan Sabines Gutiérrez.
Juan y Víctor eran chiquillos en tanto que sus progenitores estaban en el
pináculo de la política en los tiempos en que Chiapas experimentaba una
política de despilfarro, populismo y simulación.
A pocos extrañó que el 11 de julio de 2013, luego de ser
designado líder del Partido Orgullo de Chiapas, Moguel no sólo se
desmarcó del sabinato sino que además exigió pesquisas hacia los funcionarios
que integraron ese régimen y, con una rabia apócrifa, pidió su encarcelamiento
como responsables del desfalco de 40 mil millones de pesos que se sospecha y
del cual hay un expediente en la Procuraduría General de la República. Son 50
individuos los sindicados en esa demanda.
Si bien la traición es de tiempos inmemoriales, no es
verosímil la furia con la que ahora Moguel habla de ese régimen. No se le cree.
No convence. Y sobre todo porque los antecedentes lo embarran. Su ascensión al
Partido Orgullo de Chiapas y su posterior discurso en Tapachula es parte de un arreglo prefabricado
desde la oscuridad en el que, por supuesto, la mano del ex gobernador no se ve
pero se siente.
La salida de Isabel Aguilera de Sabines que de reina de
belleza de Tlaxcala pasó a primera dama y luego a lideresa de un partido para
exhibir lo más podrido de ese período en el que el hurto fue implacable, era
impostergable pero la camarilla que controla el botín tenía que ubicar allí a un incondicional
confiable, fácil de manejar, dócil y no había otro que Moguel Sánchez.
No únicamente está en juego la hegemonía política del POCH
que nació como la cofradía de una pandilla para, como ocurre con el Partido del
Trabajo, servir de comparsa cuando sea necesario y de trampolín político, sino
también el control del dinero, ya que el POCH recibe al año una suma llega casi
a los cuatro millones de pesos libres de polvo y paja, dineros que desde luego
salen de los impuestos de los chiapanecos.
EL
JUNIOR
Conocido por su
despotismo y su carácter altanero, fanfarrón, así como por su aparente devoción
al alcohol al grado de que en más de una ocasión se dice que llegó borracho a
las sesiones de Cabildo del Ayuntamiento de Tapachula, de donde es regidor,
Moguel Sánchez dijo 48 horas después de ocupar sospechosamente la dirigencia del
POCH que “se acabó la era virtual en el POCH”.
Eso también fue un sofisma. Muchas veces Isabel Aguilera
fue cuestionada porque jamás llegó a las oficinas del POCH y ni sabía en dónde
estaban. Su liderazgo era virtual y a través del whatsapp. Al final hablaba
con sus colaboradores a través de videoconferencias desde Acapulco, pero
extrañamente las dietas se le seguían depositando con puntualidad inglesa hasta
que el escándalo reventó y fue acosada a renunciar para evitar más antipatía a
la familia, manchada por el desfalco del que hablan los chiapanecos perpetrado
por la banda de funcionarios ladrones del gobernador Sabines.
Pero la era virtual no se acabó. El POCH sigue siendo un
partido fantasma cuyos manipuladores se llevan las primas que ascienden a 389
mil 205 pesos al mes. Del 11 de julio a
la fecha, Víctor Moguel ha sido visto dos veces en el POCH: una de entrada por
salida. Sólo le esperaban su chófer y un par de escoltas. La otra fue cuando
regaló ropas derruidas y malolientes a damnificados del huracán Bárbara
que tocó tierra en los dos últimos días de mayo.
Moguel dice que el POCH tiene 70 mil militantes en Chiapas.
Es otra mentira. Hasta ahora se sabe que sólo tiene UN MILITANTE: el señor
Josué Márquez Mendoza, quien asegura no conoce ni ha visto en su vida y menos
en el POCH al pomposo dirigente. Quizá porque Josué Márquez no llega a los
antros de Tapachula ni bebe alcohol.
Y de todo este affaire surgen preguntas que las autoridades
competentes están obligadas a aclarar: ¿A quién o a qué cuenta se depositan los
389 mil 205 cada mes que están
destinados como prerrogativa al Partido Orgullo de Chiapas, creado por la
familia Sabines? ¿Acaso esos fondos siguen llegando a la cuenta de Isabel
Aguilera de Sabines? Y si en efecto los recibe Víctor Moguel Sánchez ¿en qué y
cómo invierte ese dinero?
La sociedad necesita respuestas.
El POCH es solo uno de los negocios de la familia de Isabel Aguilera de Sabines, en Tlaxcala no hay información que esa familia Aguilera Aburto sean ricos herederos o dueños de exitosas empresas, pero ya en Chiapas comprobado y documentado, se volvieron multimillonarios desde que tuvieron la suerte de que Juan Sabines se apoderara del Gobierno y el dinero del estado, Alberto Sánchez Fajardo, el Chema Aguilera, Rafita Díaz son sus familia directa. Y también tienen constructoras, empresas de propaganda y las trasnacionales corazón films, rojo real, agencias de viajes en estados unidos; en todo según las investigaciones, las constructoras están a nombre de otras personas pero esta familia son accionistas mayoritarios o son los operadores de los contratos, los arreglos, la cobranza presionada
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