martes, 19 de noviembre de 2013

Víctor Moguel: Rapiña impune en el POCH



• Con un solo militante, el partido sigue recibiendo casi 400 mil pesos al mes que nadie sabe a dónde se va


• El saqueo queda entre familia; se sospecha que el dinero se sigue depositando a la cuenta de Isabel Aguilera de Sabines


           Húbert Ochoa/Areópago.

          Pablo Salazar Mendiguchía es conocido por su autoritarismo cuando ejerció el gobierno. Se le ha comparado con los locos más famosos e ilustres de la historia. Por su egolatría  se le llamó Calígula y por su crueldad se le equiparó al tirano griego Phalaris que solía asar a sus enemigos dentro de un toro de bronce.
          Del ex presidiario 8476 también se cuentan muchas anécdotas pero hay una que sella su carácter abusivo. Dos funcionarios suyos (uno antes de estar en la administración era empleado de poca monta de la Cámara de Comercio de Tuxtla al lado del chiflado y presunto asesino Walter León Montoya) platicaban en su oficina en una mañana baladí.
          -Oye vos: ¿Sabías que los cocodrilos vuelan? le preguntaron a aquel hombre de dientes saltones y sarrosos que de pelagatos pasó a ser uno de los hombres que le hablaba al oído a Salazar.-
          -¡No inventes! Cómo crees que vuelan si no tienen alas, respondió.
          Bueno, eso me dijo ayer el jefe  (se refería a Salazar).
          Alífero, sin trastabillarse contestó:
          -Ah bueno: sí vuelan, pero bajito…

       Siempre en los gobiernos hay bufones y criados dispuestos a todo. Están para sacarse de la manga las bromas más ingeniosas y hacer reír al gobernador en turno o hay de aquellos que, con las ventajas que da el poder, construyen redes en distintos niveles para satisfacer en el momento indicado los caprichos más libidinosos del jefe.
          De  Víctor Moguel Sánchez se cuentan historias tremebundas. Una de ellas es que, como pieza clave del sabinato, fue de los pocos que podía patear la puerta de Nemesio Ponce Sánchez que a la sazón era un dios terrenal y tan temido y amado por funcionarios segundones, diputados, presidentes municipales y hasta senadores por la marcada influencia que ejercía en el gobernador Sabines.
          El sexenio anterior también estuvo concatenado a la parranda, al aquelarre y al libertinaje. La depredación de los recursos públicos ya ni se diga. Se cuenta que el aprecio que la familia Sabines Aguilera tiene sobre Moguel Sánchez no sólo es por los vínculos del pasado entre los padres de ambos (de Víctor y Juan), sino porque el hoy dirigente (de facto)  del Partido Orgullo de Chiapas era un solícito cafiolo cada vez que el gobernador Sabines llegaba a Tapachula, tierra natal del junior Moguel.
          No hay anfibología entre uno y otro caso. La diferencia de quedar bien con el que manda está en la forma, no en el fondo.
          En el seno de la familia Sabines Víctor Moguel Sánchez tiene un lugar preponderante. Se le estima como a un hijo. El padre de Víctor, Carlos Moguel Sarmiento, fue secretario particular de Juan Sabines Gutiérrez. Juan y Víctor eran chiquillos en tanto que sus progenitores estaban en el pináculo de la política en los tiempos en que Chiapas experimentaba una política de despilfarro, populismo y simulación.
          A pocos extrañó que el 11 de julio de 2013, luego de ser designado líder del Partido Orgullo de Chiapas, Moguel no sólo se desmarcó del sabinato sino que además exigió pesquisas hacia los funcionarios que integraron ese régimen y, con una rabia apócrifa, pidió su encarcelamiento como responsables del desfalco de 40 mil millones de pesos que se sospecha y del cual hay un expediente en la Procuraduría General de la República. Son 50 individuos los sindicados en esa demanda.
          Si bien la traición es de tiempos inmemoriales, no es verosímil la furia con la que ahora Moguel habla de ese régimen. No se le cree. No convence. Y sobre todo porque los antecedentes lo embarran. Su ascensión al Partido Orgullo de Chiapas y su posterior discurso en  Tapachula es parte de un arreglo prefabricado desde la oscuridad en el que, por supuesto, la mano del ex gobernador no se ve pero se siente.
          La salida de Isabel Aguilera de Sabines que de reina de belleza de Tlaxcala pasó a primera dama y luego a lideresa de un partido para exhibir lo más podrido de ese período en el que el hurto fue implacable, era impostergable pero la camarilla que controla el botín  tenía que ubicar allí a un incondicional confiable, fácil de manejar, dócil y no había otro que Moguel Sánchez.
          No únicamente está en juego la hegemonía política del POCH que nació como la cofradía de una pandilla para, como ocurre con el Partido del Trabajo, servir de comparsa cuando sea necesario y de trampolín político, sino también el control del dinero, ya que el POCH recibe al año una suma llega casi a los cuatro millones de pesos libres de polvo y paja, dineros que desde luego salen de los impuestos de los chiapanecos.

EL JUNIOR
          Conocido por su despotismo y su carácter altanero, fanfarrón, así como por su aparente devoción al alcohol al grado de que en más de una ocasión se dice que llegó borracho a las sesiones de Cabildo del Ayuntamiento de Tapachula, de donde es regidor, Moguel Sánchez dijo 48 horas después de ocupar sospechosamente la dirigencia del POCH que “se acabó la era virtual en el POCH”.
          Eso también fue un sofisma. Muchas veces Isabel Aguilera fue cuestionada porque jamás llegó a las oficinas del POCH y ni sabía en dónde estaban. Su liderazgo era virtual y a través del whatsapp. Al final hablaba con sus colaboradores a través de videoconferencias desde Acapulco, pero extrañamente las dietas se le seguían depositando con puntualidad inglesa hasta que el escándalo reventó y fue acosada a renunciar para evitar más antipatía a la familia, manchada por el desfalco del que hablan los chiapanecos perpetrado por la banda de funcionarios ladrones del gobernador Sabines.
          Pero la era virtual no se acabó. El POCH sigue siendo un partido fantasma cuyos manipuladores se llevan las primas que ascienden a 389 mil 205 pesos al mes.  Del 11 de julio a la fecha, Víctor Moguel ha sido visto dos veces en el POCH: una de entrada por salida. Sólo le esperaban su chófer y un par de escoltas. La otra fue cuando regaló ropas derruidas y malolientes a damnificados del huracán Bárbara que tocó tierra en los dos últimos días de mayo.
          Moguel dice que el POCH tiene 70 mil militantes en Chiapas. Es otra mentira. Hasta ahora se sabe que sólo tiene UN MILITANTE: el señor Josué Márquez Mendoza, quien asegura no conoce ni ha visto en su vida y menos en el POCH al pomposo dirigente. Quizá porque Josué Márquez no llega a los antros de Tapachula ni bebe alcohol.
          Y de todo este affaire surgen preguntas que las autoridades competentes están obligadas a aclarar: ¿A quién o a qué cuenta se depositan los 389 mil 205  cada mes que están destinados como prerrogativa al Partido Orgullo de Chiapas, creado por la familia Sabines? ¿Acaso esos fondos siguen llegando a la cuenta de Isabel Aguilera de Sabines? Y si en efecto los recibe Víctor Moguel Sánchez ¿en qué y cómo invierte ese dinero?
          La sociedad necesita respuestas.

 

1 comentario:

  1. El POCH es solo uno de los negocios de la familia de Isabel Aguilera de Sabines, en Tlaxcala no hay información que esa familia Aguilera Aburto sean ricos herederos o dueños de exitosas empresas, pero ya en Chiapas comprobado y documentado, se volvieron multimillonarios desde que tuvieron la suerte de que Juan Sabines se apoderara del Gobierno y el dinero del estado, Alberto Sánchez Fajardo, el Chema Aguilera, Rafita Díaz son sus familia directa. Y también tienen constructoras, empresas de propaganda y las trasnacionales corazón films, rojo real, agencias de viajes en estados unidos; en todo según las investigaciones, las constructoras están a nombre de otras personas pero esta familia son accionistas mayoritarios o son los operadores de los contratos, los arreglos, la cobranza presionada

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